Por Hassan Achahbar
Dudo mucho que el grupo separatista saharaui Frente Polisario vuelva algún día a sus anteriores andanzas en América Latina, un deseo que el dirigente de una ONG ecuatoriana, Pablo de la Vega, expresó el 24 de diciembre ante la prensa oficial argelina.
La razón primera y principal es que faltan verdaderos actores, motivaciones y condiciones apropiadas, salvo que se trate de otra de las múltiples escenificaciones de parte del separatismo y de los oportunismos locales, como es el caso del ecuatoriano De la Vega.
En la actual coyuntura latinoamericana, el verdadero dilema para el separatismo saharaui no es solo su desmoronamiento crónico y su falta de motivaciones, sino un enorme vacío de perspectivas. Es cuestión también, y sobre todo, de credibilidad de los protagonistas, algo de lo cual carecen por completo los grupos residuales de apoyo al Polisario.
Además, los países de América Latina y el Caribe, excepto ciertas dictaduras (Nicaragua y Venezuela, por ejemplo), han sacudido el polvo de la tutela ideológica cubana, sostén regional del Polisario, y es inocultable el agotamiento de las ONGs funcionales a los intereses argelinos.
Todo esto aunado a los pírricos resultados cosechados desde 2010, especialmente después de la interdicción de usurpación del cargo de “diplomático” que pomposamente se atribuían los representantes del Polisario en cinco países de la región, intimados desde 2017 a dejar de presentarse en sociedad con el falso y engañoso título de “embajadores en misión”.
Es cierto que el Polisario todavía conserva una presencia oficial en países como Cuba, Ecuador, México, Panamá, Uruguay y Venezuela. La pregunta es ¿hasta cuándo? También es cierto que De la Vega ha prestado grandes servicios al separatismo saharaui desde 2005.
Sin embargo, el ecuatoriano ha demostrado sus limitaciones cuando, en septiembre de 2017, quiso “defender” a la falsa “embajadora en misión”, Jadiyetu “Loca” El Mokhtar, retenida durante tres semanas en el Aeropuerto internacional Jorge Chávez de Lima, Perú, por el delito de falsedad ideológica, y que finalmente fue expulsada y deportada a España.
El declive del apoyo latinoamericano y caribeño a las pretensiones del Polisario se inició en 2011, en Chile, y culminó en 2016 con la salida del ultimo “embajador en misión” de Argentina. Curiosamente, ese declive empezó un año antes de que el polisarista Hach Ahmed Baricalla, el único que realmente se esforzó y se destacó en el intento, primero desde su puesto de “embajador” en Venezuela y luego como “ministro” de la virtual “Rasd”, encargado de las relaciones con América Latina.
En 2012, el hoy disidente Hach Ahmed cedió la cartera de “ministro” a un energúmeno, Mohamed Yeslem Beisat, quien duró en el cargo un año con pésimo y desastroso desempeño por incompetencia, falta de sutiliza, mal genio, malos modales y rasgos autoritarios. Hach Ahmed recuperó el puesto por un año más solo para volver a entregarlo, al anunciar su disidencia antes del XIV Congreso del Polisario en 2014, esta vez a un impresentable Omar Mansur, un corrupto entre los más corruptos del Movimiento separatista.
El año 2014 ha sido pues, el del adiós a las efímeras conquistas separatistas en América Latina. Por eso, tomo la idea de una “Conferencia latinoamericana de solidaridad con el pueblo saharaui”, a celebrarse eventualmente en mayo del año venidero en Panamá o Colombia, como un deseo personal del ecuatoriano, más que un compromiso solidario.
En América Latina, las “asociaciones de solidaridad” con el Polisario, impulsadas por Hach Ahmed agotaron su ciclo.
Hoy, me mantengo en lo que, tres años atrás y en este mismo espacio escribí : “El Frente Polisario cavó su propia tumba en América Latina. El punto de inflexión en la aventura de Argelia y de su abanderado separatismo saharaui ha sido el rotundo fracaso de las llamadas “embajadas en misión”. También intervinieron las internas entre los clanes separatistas.
En enero de 2012, el ahora finado “presidente” Mohamed Abdelaziz nombró en el cargo de “ministro delegado para América Latina” al embrutecido Mohamed Yeslem Beissat, en lugar del desplazado Hach Ahmed Baricalla. Este último fue promovido a rango de “ministro de cooperación”, un puesto que no deseaba y del que demitirá siete meses después, el 26 de julio.
No se dieron explicaciones respecto del porqué de la defenestración de Hach Ahmed pero se rumorea que fue por su posición crítica hacia la falta de rigor diplomático y de apoyos a su departamento, permitiendo de esta manera que Marruecos tome la delantera en diferentes frentes en Latinoamérica”.